jueves, 21 de noviembre de 2013

Al lado del cielo


Así definió la situación emocional de nuestra tierra en el año cincuenta y nueve el etnólogo, antropólogo y arqueólogo suizo Jean-Christian Spahni, autor del libro “La Alpujarra, la Andalucía secreta”, quien tras varios meses entre nosotros reconocería haber encontrado aquí arriba, "justo al lado del cielo", ese silencio benefactor, que tanto se parece o asemeja, a la felicidad.

Cuando conocí al bueno de Andrés Linares padre comprendí el estado de felicidad del autor.

 Andrés, que fue rescatado por Spahni de la mili para que le sirviera de guía y ayudante por Murtas en su investigación etnológica, era un un joven animoso que se hizo imprescindible como lazarillo para Spahni, al que mostró todas las facetas de aquella vida tan llena de frescura y esperanza de esos años tan grises. Juntos profundizaron en los valores del trovo, juntos y con otros tamizaron la etnología hasta desprender la “t” y le atizaron de lo lindo al mosto, estableciendo las relaciones comparativas entre las características de los caldos de los diferentes pagos de la Contraviesa. A esas noches de jarana desenfrenada en las que tocaban con los dedos las nubes del cielo le seguían esas mañanas de paz de aquel mundo quieto en el que el sol, que atraviesa la raja del postigo del dormitorio, se refleja sobre el varal de la cama iluminando de lleno el ramillo de albahaca que cuelga y que desprende sus semillas sobre la almohada cuando te das la media vuelta buscando el vaso de agua, y se oye el silencio benefactor que produce el suave canto del gorrión, el verderol y el chamarizo, amortiguado por la resbaladiza danza del agua saltando entre las piedras del barranquillo. Era como estar “al lado del cielo”.

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