GERMÁN ACOSTA ESTÉVEZ
En una calle, en un rincón cualquiera, de un día
cualquiera, de uno de esos pueblos de La Alpujarra, donde el tiempo, que no es
de nadie, discurre con un compás pausado y macilento; a esa hora en la que el
soniquete cotidiano de los cacharros de cocina no altera, sino que es el ritmo
mismo de la vida:
Se descorre una cortina,
Un pestillo que cede “pa”
dentro
Y aparece esa curiosa vecina
Que de forma repentina
Ya se te ha “zampao” dentro.
-Vecina, que soy la Eduarda.
¿A dónde puñetas andas “metía”?
-Pasa pa dentro, “so”
petarda.
Tú no te cortes, reina mía,
Y pon tus carnes sobre la
albarda.
-¿Es que vas de “boa” o de
farra?
¡Menúo follón el que tienes “liao”!
-Estoy que me subo a la parra,
Pues de golpe, se “m´han presentao”
“Tos” los de La Casa de La
Alpujarra.
Tengo, “pa” que a esa gente le
sobre:
Huevos, pimientos, papas y
cebolla deconstruía
En una hermosa sartén de cobre.
-Vamos, lo que aquí “de toa la
vía”
Han “sío” unas papas a lo
pobre.
-Y allí tengo a mi Honorio,
Con su delantal estilo
italiano,
Hortelano y pinche meritorio,
Echándome en todo una mano
Y siempre pendiente del
cocitorio.
Honorio, espabila, lucero,
Vamos a darle caña,
Que no llegamos ni pa febrero:
Yo pongo al horno la lasagna,
Échale tú el nabo al puchero.
Las cortas luces y
entendederas
De este avezado y rudo
labrador
Confunden las directrices
guisanderas
Con proposiciones de ardiente
amor,
Y el hombre sale por peteneras.
-Despierta, que eres un
sinapismo,
Vive en tu mundo play-boy,
Sigue con tu ilusionismo:
Con la que hay aquí hoy
Y tú siempre pensando en lo
mismo.
-No te me azufres, Adelina,
Siento haberme equivocado
Y el haberte puesto mohína,
Pues no veo donde haya pecado
En arrimar mi ascua a tu
sardina.
-Me dejas de una pieza:
De esto, hablando no sigo,
Pues me da mucha pereza
Y, ¿sabes lo que te digo?:
¡No me va a doler esta noche
la cabeza!
Eduarda, démonos una
vueltecita,
Pues es mi expreso deseo
Visitar a mi comadre
Frasquita,
Que así practicamos el “golimbreo”
Y le “damos un rato a la
tarabita”.
Pero una voz ronca y demodée,
De un vendedor ambulante,
En la placeta de San José,
Congrega al curioso viandante:
Al grito de: ¡vamos, niñas, al
qué!
-Que traigo sesos fritos de
Alcázar,
Dulce del paraíso de
Capilerilla,
Sopa de almendras de Cáñar,
Guisote de calabaza de
Mecinilla
Y potaje de puñaíllo de
Cádiar.
Bayacas les regala a los
expertos
Cocido de cardos en
tradicional olla,
Órgiva te sirve habas de sus
huertos
Y una sopa calentica de
cebolla
Que resucita a los muertos.
Llevo leche frita del Pozuelo,
De Notáez, papaviejos de
lebrillo,
De Alcútar un peñasco
bulchero,
De Murtas un crujiente
soplillo,
La misma gloria bendita del
cielo.
Traigo de Olías sus antiguas
cazuelas,
De Fondales, gazpacho de
pepino,
De Bérchules, sobrehúsa de
habichuelas,
De Polopos, un lomo en adobo
de vino
Y de Ferreirola, unas poquitas
hojuelas.
Vendo de Nieles su potaje de
castañas,
Una delicatessen que está pa reventar,
Y fritaílla de conejo de
Carataunas,
Tortilla de collejas de Mecina
Alfahar,
A la mayor envidia y gloria de
España.
En Cástaras me han “dao”
remojón,
Lomo
en orza traigo de Lújar,
Trucha
al horno de Bubión,
Cazolilla
gitana de Soportújar
Y de
Sorvilán, la olla de San Antón.
Pucherico
de San Marcos de Mairena,
Fritaílla
de Santo Cristo de Almegíjar,
Fresco
y rico cilimoje de Picena,
Un
potente molío de aceitunas de Ugíjar
Y
moraga de sardinas de Melicena.
Hinojos
de Válor con abundante pringá,
Migas de Tímar “pa” cualquier
comensal,
De Pitres papas matanceras y
fritá,
Cojáyar y Jorairátar ponen
arroz liberal
Y Busquístar, peñascos y asadura
encebollá.
Juviles sabe a moriscos
maimones,
Atalbéitar huele, sin duda, a
empedrao,
Pampaneira, a puchero de
cascarones,
Mecina y El Golco, a ajo
quemao
Y Pórtugos, a potaje de
orejones.
Prueben de Yegen las gachas de
pimentón,
De Narila sus contundentes
hormigos,
Présules y jarugas del vecino
Albondón,
Zarzuela de pescao del Haza
del Trigo,
Y la “asaúra” con papas de
Alfornón.
De Mecina Tedel, papas aliñás,
De Yátor, traigo el cuajao,
De Albuñol, sardinas espichás,
De La Mamola, fritura de
pescao,
De Gualchos y Castell, las
bogas escalás.
Llévense un lindo de Laroles,
De Júbar, degusten sus
talvinas,
De Bargís, cazuela de
caracoles,
Y, para las hambres
culebrinas,
De Capileira, un puchero de
coles.
¡Qué locura de papajotes de
Cherín,
De melosos borrachillos de
Turón,
De torta de aceite y choto al
colorín
Del ardiente y mayoyo
Torvizcón,
Y de Lobras, su fritaílla de
San Agustín!
Pescao en adobo, de Fregenite.
De Trevélez, jamón y guisote,
Perdiz en escabeche de
Nechite,
Zalamandroña, meloja y arrope
De los “güenos” de Rubite.
Disfruten con todo este sabor
Y compartan, que algo “quea”;
Riéguenlo con el amor
De un Poeta en Nueva York
De la Rambla de Huarea.
Humildes fogones de La
Alpujarra,
Sin oropeles, ni afeites, ni
carmín:
Pañuelo para las hambres del
pobre,
Delirio de los señoricos de
postín.
Humildes Fogones de La
Alpujarra,
Desde siempre, nuestras estrellas
Michelín.