Feli Maldonado
14 de febrero
14 de febrero
La
sonrisa se iluminó
sobre
el rostro
como
un cálido verano,
se
extendió hasta el fin de su cuerpo
como
una onda sobre un lago.
El
silencio tan honorable
vivía
en aquel ser.
Como
la noche en el día
como
el agua en el mar
como
el amor en mí.
Solo
el dedo atravesó el espacio
ahora
erótico y caliente
y
encontró la suave piel
que
acogió la caricia y la mano
en
el entono el suave
en
el gorjeo de una nana
en
el espacio ahora en consonancia
con
la música compartida.
Fue
eco y a la vez amante
del
interludio salado de los besos.
La
suave piel iba dejando espacio
a
la húmeda caricia del deseo.
De
la cavidad ambigua de la boca
hasta
el hueco cóncavo del oído
las
caricias ahora rociadas
o
secas
eran
testimonio eterno
del
deseo compartido.
Un
paisaje perpetuamente recorrido
de
suspiros, complicidades, deseos.
Silencios.
Son
la eterna riqueza
del
amor
que
se destila
en
años de eterna pasión compartida.
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