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martes, 14 de febrero de 2017

Pregón de José Luís Vargas leído en la fiesta de San Blas en Cádiar

Señor alcalde, señor párroco, señoras y señores mayordomos, queridos paisanos, amigos todos.

Supongo que al darse las circunstancias en mí persona de haber nacido en Cádiar y ser otorrinolaringólogo, siendo san Blas el patrón de los enfermos de la garganta, y de los ORL, os hizo que pensarais en mí para dar el pregón.

Es para mí un honor y os agradezco vuestra oferta.

Quiero dedicarle este pregón a mis seres queridos que faltan, y especialmente a mi padre, gran devoto de San Blas, y a mi hermana Encarnita, que el próximo tres de abril hará 50 años que murió.

Hay un dicho que me gusta, que dice, “Para saber quién eres debes saber de dónde vienes”.

Por esto cada vez que me preguntan de dónde soy, respondo con todo orgullo que soy de Cádiar. Si noto que no saben dónde está, les explico la ubicación, “un pueblo que está en el centro de la Alpujarra”.

Nuestro pueblo cuenta con una larga historia, tenemos la suerte de haber nacido en una comarca donde la tradición, la leyenda y la realidad nos permiten disponer de cientos de ejemplos para imitar, junto con unos valores dignos de elogiar y de poner en práctica.

Me formé como enfermero y como otorrino en el Hospital Clínico San Cecilio. En una ocasión una compañera comentó en plan despectivo que el Dr. Vargas se formó en la Universidad de Cádiar.

Efectivamente empecé a estudiar en Cádiar, en la cartilla de escolaridad que aún conservo. El curso 69-70 cursé cuarto de educación primaria y fue entonces cuando, gracias a don Eduardo López Ortiz, que en paz descansé, que le dijo a mí madre que me veía capacitado para estudiar el bachillerato.

Gracias al esfuerzo de mis padres que me abrieron el camino del estudio, pasé de estudiar enseñanza primaria a estudiar bachiller libre.

En aquellos años los maestros Don Antonio Rodríguez Díaz y Don Eduardo López Ortiz, nos daban clases particulares durante el curso. En junio en el instituto de Churriana de la Vega, en dos días nos examinábamos de todas las asignaturas. Así cursé 1º, 2º y 3º de bachiller.

Vaya por adelantado mi agradecimiento y reconocimiento por la labor tan importante que realizaron por tener esa visión de futuro para encauzar a los jóvenes en el estudio, como herramienta para mejorar la sociedad.

El día ocho de la feria del año 1973, en la Alsina de las siete de la mañana, mi padre me llevó al colegio menor Fernando Castellón de Orgiva, allí fue donde termine de estudiar el bachiller.

De allí a Granada. Primero estudié Enfermería y trabajé de enfermero hasta el día 22 de abril de 1996, al finalizar la jornada laboral a las ocho de la mañana, firmé la excedencia de enfermero y el contrato de residente de primer año.


En un verano, en el río me encontré con José Morón Antequera “el de la mula”, nos saludamos y me dice: “Me he enterado que estás de médico y que operas”. Le contesté que sí, que había estudiado medicina y había hecho la especialidad de otorrino. A renglón seguido me dice: “¿Y te acuerdas cuando tú y yo estuvimos en Buenos Aires de parva?”. Le contesté: “Efectivamente, si me acuerdo, no se me ha olvidado”.

¿Cómo se me va a olvidar?: él y yo solos en una parva, en el cortijo de Buenos Aires, después de trillar y amontonar la parva, cuando íbamos a aventar pusimos en marcha la máquina de aventar que tenía un motor -menos mal- y pasados cinco minutos se paró y no funcionó más. Con lo cual, mientras uno iba echando a la máquina de aventar, el otro iba dándole a la manivela. Y así hasta el final.

Efectivamente ahora estoy de médico, pero antes cuando venía al pueblo en periodo de vacaciones había que trabajar. En aquella época no había muchas agencias de viajes, para organizar las vacaciones.

Había que regar, que mancajar, ir de parva, coger la almendra, la aceituna y además como decía el eslogan del taller de los hermanos Olvera, “Sea breve aquí se trabaja”.

Eran años de mucho trabajo, de madrugar y trasnochar, el trabajo del campo era de sol a sol, ese era el convenio que estaba vigente en la casa de Antonio Vargas.

Mi compañera no se equivocó y además no me ofendió. Me formé como persona en Cádiar, en la Universidad de Cádiar, de donde manan unos principios fundamentales, como son la honestidad, la educación, el respeto, el esfuerzo, el sacrificio, la honradez y el valor de la palabra dada.

Un lugar duro, si, pero esta dureza ha conformado la fortaleza de nuestro carácter. Ya que el destino de un pueblo depende fundamentalmente del carácter de sus gentes.

Por todos estos motivos, en honor a esta Universidad de Cádiar, he mantenido el cortijo como lugar docente para mis tres hijos.

Y me siento orgulloso de ser de donde soy, de Cádiar, y de donde procedo, de una familia de Mecina Bombarón, de la plaza Vieja de Mecina y de una familia de Cádiar, y de quien soy, efectivamente soy Vargas Fernández, hijo de Antonio Vargas y de Encarna “la mecinera”.

Son muchos los recuerdos del día de san Blas: se inicia con la subida desde la ermita de San Blas a la iglesia, el día de los Reyes, las novenas, con un grupo de músicos en la iglesia, tocando y cantando el himno de San Blas, musicalizado por el maestro Sánchez, la afluencia de mucha gente a las novenas, después del trabajo en el campo, el juego de los niños a la liebre en la plaza de la iglesia, la última novena con la presencia de todos los recién nacidos y la procesión de la Candelaria.

La noche del día dos y todo el día de San Blas tocando el campanillo llamándolo a su ermita.

La misa en honor a san Blas, los mayordomos vendiendo los estadales en la puerta de la iglesia, la procesión, el castillo de fuegos artificiales, y el final de la fiesta con el baile.

Durante los años que estudie medicina, trabajaba de enfermero en la sala de otorrino del Hospital Clínico San Cecilio y en el año 1995 no hubo examen MIR, examen que se realizaba habitualmente en el mes de octubre.

Cuando salió publicada la convocatoria del examen, casualidad, la fecha asignada fue, día tres de febrero de 1996, día de san Blas. Y yo que quería ser otorrino, me dije: “Esta es la mía, san Blas patrón de los enfermos de la garganta, de los otorrinos y de mi pueblo, me echará una mano”. Y así fue. Gracias a Dios, a san Blas y al saber acumulado por las muchas horas de estudio, logré un buen número del MIR, para poder escoger otorrino y además en el mismo servicio en el que trabajaba como enfermero.

Cuando acabe la especialidad, a excepción de unos meses que trabajé en al hospital de Baza, el resto de mi carrera profesional la he desarrollado en el Hospital Clínico San Cecilio, donde tengo la plaza como FEA de ORL, hasta el traslado al nuevo hospital, que, espero que se llame Nuevo Hospital Clínico san Cecilio.

Gracias al trabajo de investigación del profesor, investigador, historiador y escritor de Cádiar, Francisco García Valdearenas, sabemos que el origen del patronato de san Blas en Cádiar se remonta a principios del siglo XVII, siendo designado por sorteo entre los vecinos. Corría el año 1600 y una epidemia de peste asoló a Cádiar, pereciendo las dos terceras partes de su vecindario; al no tener patrón los vecinos lo echaron a suertes, entre muchos santos, saliendo elegidos Santa Ana y San Blas.

En noviembre de 1763 el vecindario, a través de una votación, confirmó el patronazgo de San Blas y el día 11 de diciembre de 1763 fue confirmado canónicamente por el señor Arzobispo de Granada, don Pedro Antonio Barrea, como patrón tutelar, según consta en el documento titulado: Aprobación de Voto y promesa de tener y guardar por tutelares y patronos (Archivo Histórico Diocesano de Granada. Legajo 123-F. Año 1763).

Blas nació como noble y después de ser educado en la fe cristiana se hizo médico en Sebaste, Armenia, actual Sivas, Turquía. Fue nombrado obispo de Sebaste por aclamación popular, tras la muerte de su predecesor. Un tiempo después se retiró al monte Argeus donde vivió de manera austera rodeado de bestias salvajes. Él era visitado por multitud de gente enferma para que curara sus dolencias.

En el 315, Agrícola, gobernador de Capadocia y Armenia Menor, fue enviado por el emperador romano Licinio con la orden de eliminar a todos los cristianos arrojándolos a las bestias salvajes. San Blas fue capturado y llevado al gobernador el cual intentó que apostatara. Durante su cautiverio fue sometido a tortura, golpeado y le despellejaron con un rastrillo de hierro. En el año 316 fue decapitado junto a siete mujeres que lo ayudaron en su martirio. Sus restos fueron dispersados por los alrededores de la cuidad.

La leyenda dice que mientras era llevado a la muerte las calles se llenaron de feligreses para verle. Abriéndose camino, una mujer se acercó con su hijo que llevaba clavada una espina de pescado en la garganta y san Blas se la extrajo.

Fue venerado como el patrón de aquellos que sufren problemas de la garganta en el Este desde el siglo VI. El culto se extendió gracias a la cristiandad desde el siglo VIII. La primera referencia de la vida del santo esta datada en el siglo IX, lo que hace que su vida sea un misterio, la mayoría de los datos se le conocen por su leyenda.

Numerosos milagros fueron atribuidos a él ya que sus seguidores le rezaban a él cuándo tenían dolencias de garganta.

El mismo Aecio, médico griego, recomendaba a sus pacientes rezar a San Blas como tratamiento por un dolor de garganta, y que tomando el enfermo por la garganta le dijeran estas palabras: “Blas mártir y siervo de Cristo manda que o suba o bajes” y que repitiesen estas palabras mientras le tocaban la garganta.

Durante las cruzadas sus supuestos restos fueron llevados a distintas ciudades como Ragusa, ahora conocida como Dubrovnik o Tarento, que reivindican poseer las reliquias del santo y muestran especial devoción por él.

En Dubrovnik (Croacia) la festividad es emblemática y casi milenaria pues se remonta como mínimo al año 1190, y se incorporó en el año 2009 a la lista del patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

En Paraguay, San Blas es el patrón nacional, probablemente por la protección que los españoles atribuyeron al santo en una batalla con los nativos en el fuerte de Corpus Christi, el 3 de febrero de 1539.

En Alemania se encuentra entre los 14 santos auxiliadores que son venerados como protectores frente a diferentes enfermedades.

En España he contado unos 57 municipios que celebran a San Blas.

Desde antiguo se considera a san Blas el patrón de los laringólogos, aunque la fecha de la definitiva asunción de la especialidad de otorrinolaringología según el profesor Ciges, es en 1883, al unir las disciplinas de otología, laringología y rinología, siendo mas reciente la aprobación de los estatutos de la Sociedad Española de Otorrinolaringología, el 28 de noviembre de 1946.

Al ser san Blas patrón de lo laringólogos, se asume como patrón de la especialidad y es celebrada su festividad, por muchos servicios y sociedades de otorrinolaringólogos en toda España.

No solo es el patrón de los ORL sino también los escardadores de la lana (esquiladores), de los ganaderos en Rusia, de los cantantes, así como de los vendedores ambulantes y de los subastadores. En la tradición popular los trovadores le cantaban en su día, para asegurarse el bienestar de la garganta durante el año.

Debido a la fecha de su celebración, día 3 de febrero, cuando caía en día laborable los pavicos, que estamos fuera, no podíamos venir. Al cambiar la fecha al fin de semana, para celebrar la festividad del santo, en Cádiar, estamos en la tradición, ya que, no existe un consenso en cuanto a la fecha de celebración de su festividad, según el martirologio romano del siglo IX indica que es el 15 de febrero, pero según la (hagiografía griega) iglesia ortodoxa es el 11 y actualmente la iglesia católica lo celebra el 3 de febrero, y nosotros lo celebramos hoy día 4.

Cada vez que las obligaciones laborales no nos lo impiden, la familia Vargas Maldonado venimos a San Blas, a pedirle y agradecerle, a disfrutar de la fiesta, a tocar el campanillo, a continuar con la tradición de nuestros antepasados,ya que tenemos la responsabilidad de vivir con integridad y honestidad para honrar el sacrificio de quiénes nos han traído hasta aquí.

Nuestras tradiciones no debemos perderlas, debemos sentirnos orgullosos de ellas, somos responsables de que se mantengan y perduren y si son susceptibles de mejora, mejorarlas, pero no obviarlas ni olvidarlas.

Como otorrino le pido a San Blas que me ayude en toda mi actividad profesional, le pido por mi familia, por mí, le pido por todos los paisanos, los que viven aquí, así como para los que viven fuera de Cádiar.

Le pido para qué al contrario de la tradición, para la fecha de celebración de su festividad, si se dé el consenso entre los distintos partidos políticos y colectivos sociales y aúnen todas sus fuerzas para conseguir el máximo desarrollo y el máximo bienestar para las gentes que habiten, este nuestro pueblo.

Os animo a participar de la fiesta, a vivirla, a disfrutar del encuentro con los viejos amigos, con la familia.

Os propongo un brindis en nuestra famosa fuente del vino, por todos los cadiarenses, los ausentes y los presentes y por todos los amigos que nos acompañan.

Muchas gracias por todo lo que Cádiar me ha dado y muchas gracias por vuestra atención.

Vuestro paisano y servidor José Luis Vargas.

Viva Cádiar y viva San Blas.

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